jueves, 19 de agosto de 2010

LOS TOMATES TOSCANOS Y EL REALISMO LITERARIO

Esta entrada quisiera haber tenido un tono costumbrista, hablando de las delicias de la huerta y la lozanía que otorgan al que las come. Pero no. Con esta entrada quiero ratificar lo que ya es una realidad desde hace más de cinco años en los supermercados zaragozanos (imagino que extensible a muchas otras ciudades españolas): Tomates tan bonitos por fuera como insípidos por dentro. 
Las grandes superficies, en su ánimo de abastecer todo el año al más humilde de los plebeyos, transforman y manipulan sus productos en pro de la cantidad y no de la calidad.

Comandas y demandas:
  • El producto ha de aguantar mejor las plagas y las enfermedades.
  • El producto ha de recogerse verde para que madure mientras se transporta (seguramente que lo haga desde el otro hemisferio).
  • El producto ha de llegar al consumidor con un aspecto turgente y con color intenso (si hace falta, se pinta).
  • Un producto que, en definitiva, una vez vendido y encima de la mesa no tenga por qué saber a nada.
Ya hace tres años decidí dejar de comprar tomates en invierno. Me resultaba insultante pagar dos o tres euros por un kilo de tomates simplemente para dar un toque de color a mis dietéticas ensaladas. Pero lo más indignante es que incluso en verano he tenido problemas para encontrar género sabroso. He leído que los tomates los recogen verdes, que los meten en cámaras frigoríficas y, cuando los quieren comercializar, les inyectan una gota de aceite de bacalao para que se pongan rojos. Esto explica por qué los tomates no saben a nada, ¿no es para cabrearse?
Para mi sorpresa y confusión final, hace unos días compré tomates de rama en un COOP (supermercado italiano, del estilo al Carrefour) y, creedme, además de baratos, sabían a tomate. Por favor, que alguien me lo explique porque ya no entiendo nada. ¿De verdad esto de los tomates sólo está pasando en España o acaso los toscanos tienen algún pacto Berlusconiano que les hace merecedores de esos tomates BBB?

Por el momento, mi madre, que es una mujer muy sabia, ha decidido plantar tomates rosas (variedad autóctona del Somontano) en su terraza. En fin, imagino que ésta no es una entrada con un tema muy relevante pero, oye, tenía que decirlo, si no reviento.

Nota al lector: Fíjese, usted, que si cambia en esta entrada la palabra tomates por naranjas, melocotones o uvas, ésta cobrará sentido sin que por ello se altere la realidad.