"...¡el campo verde!..." como gritaba Neruda. Algo tiene la campiña que libera, refresca y con seguridad da 1 semana extra de vida. Tuve un novio que me cambió más de una vez por aquellos mantos verdes del Moncayo. Qué malo me sabía. No se puede competir con la nobleza de esa montaña y menos aún si es primavera.
En lo verde no te sientes observada, saltas, corres y tienes alguna que otra regresión infantiloidemente encantadora. Es lo que tiene estar rodeada de tanta clorofila, que absorve toda la luz y crees estar a oscuras, fuera del alcance del ojo crítico. Otra gente atribuye esta espontaneidad a los hongos que crecen por estos lares, ¡lástima!, nunca fui capaz de distinguir una amanita muscaria de cualquiera de sus primas.
4 comentarios:
coño, si es que ya me conozco más aragón por las letras de los MB que por mí mismo.
sabes que sólo he estado una vez en mi vida en ZGZ y otra en los pirineus aragoneses y otra en el pueblo que tú ya sabes?
el caso es que dudaba si el moncayo era un monte o un desierto, como por ahí tenéis cosas de esas...
me llevarás al moncayo de picnic someday?
Estas tierras tan yermas como exuberantes. ¿Qué tendrá Aragón que me gusta tanto? Snif!!
Deberías venir, ¡claro! Aunque ahora soy una chica buena... me he dejado liar por un chiquet muy majo jijiji
dabuten, pues nos vamos de piquenique los cuatro!!! :D
Sí, y hacemos otra serie fotográfica como la que ilustra este post x:P
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