La falta de habilidad reduce un objeto a pequeñas piezas imposibles de ensamblar.
Lo que pasó, no le pasó a un anillo de cristal de Murano, ni a una bonita talla en alabastro, ni tan siquiera a un plato recuerdo de tan turístico lugar. Lo que pasó, pasó y no hay más. La torpeza para el diestro es una zurda, lo que para el zurdo es una diestra. Y es que las
delicatessen se hicieron para ambidiestros.
2 comentarios:
Y los que somos ambizurdos??
Los ambizurdos estamos condenados... una pena, oiga.
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