miércoles, 21 de noviembre de 2007

DADA IS BACK



Vacaciones. Rutina. Mala elección de destino. Dada se miró al espejo poco antes de que saliera el Sol en la Costa que tomaba prestado su nombre al astro rey. El vecino escuchaba “Buena chica” de Los Secretos durante un afeitado torpe, ruidoso, en el que se adivinaban los cortes: toda esa sangre brotando de su piel en tímido desorden. Manos de árbol, entusiasmo de karaoke, descuidos letales.

Dada estaba algo harta de contenerse. Total, las paredes del edificio eran una mierda. Cero obstáculos para una vampira de fuerza descomunal capaz de deshacer de un golpe el pésimo trabajo de los ingenieros y abrirse paso entre los cascotes a toda velocidad. Habilísima ella en lo tocante a sorprender a su víctima -sin el menor esfuerzo- y clavarle los colmillos con toda la brutalidad que merecía la ocasión, relamiéndose, hincando más y más en el cuello aquellos dos objetos del deseo de todo protésico dental.

La no muerta, muy viva en estas lideas, acompañó con mimo la caída del vecino. Tuvo el señor buen gusto a la hora de ejecutar una suave flexión de rodillas, sin manoteos ni desmanes: se le fue la vida poco a poco, al ritmo del manantial de la sangre que ya no quería seguir dando vueltas a su circuito, como un viejo Minardi con la tracción jodida en medio de la calzada. Su particular Señora Némesis lo colocó de lado, chupando sin parar el manjar de su vena, cada vez más despacio, enrojecidos los ojos ella y blanco blanquísimo el pellejo. El vecino cantarín ya no tenía que preocuparse por el euribor.

Tras el festín, Dada se echó a llorar boca arriba junto al cadáver, sus pies a la altura de la cabeza exangüe, y viceversa. Siempre le pasaba cuando bebía más sangre de la cuenta. Una muestra más (¿alguien lo dudaba?) de que las lágrimas están más unidas al hígado que al corazón. Lloró un buen rato hasta que la sensación de empacho se diluyó con el mediodía. Aquél noviembre de termómetros ciclotímicos le tenía algo más tensa de lo aconsejable.

Dada salió a la calle. El sol se había ocultado, respetuoso, tímido quizá. Muchos hombres y unas cuantas mujeres la miraron con deseo. Su cuerpo iba gritando todo aquello que su rostro no quería reflejar, como ocurre con cualquiera que sale a la calle con el sexo escrito en los ojos y la boca y el andar y un brillo en el iris que no hay modo de ocultarlo. Ese poquito de sangre en la comisura del labio, además, reforzaba el halo de aquella mujer fascinante que se hundía un poco en la acera a cada paso, como si las piedras tampoco pudieran rendirse al contacto de sus pies.

El mediodía se hizo tarde y la noche llegó sin ruido, musicando las horas en susurro de viento, con las hojas amarillas como violines de la orquesta y los árboles marcando la melodía. Dada escuchó el embrujo zíngaro de las ramas al compás de la música, y cerró los ojos. No para soñar, sino para dar un poco más de agudeza a sus oídos, a su olfato, a su tacto. Se recorrió un rato el cuerpo con las yemas de los dedos y sintió la sangre circulando presurosa hacia las piernas, el abdomen, las sienes. Alzó los párpados despacio y se vio de nuevo ante el espejo, desnuda, la piel magenta y los ojos mates, blancos como dos perlas cultivadas. No quiso seguir mirando. Llegó a tientas hasta la cama y se tendió en la cabecera, arrebujada como un bebé en la nieve. Mañana habría que descubrir una nueva razón para despertar.

Texto: Pablo Ferrer

3 comentarios:

edhigy dijo...

Tanto el texto como la ilustración se han hecho hoy.

Parece que había muchas ganas de retomar a Dada.

Anónimo dijo...

Una mujer tan fuerte, por que se angustia por la noche?, habrá que leer mas de Dada,

Pablo Ferrer dijo...

Jodere Dibu, que te he entendido mal esta mañana. No había visto a Dada, sólo la imagen de la expo que pusiste el otro día... todavía se parece más ahora a como me la imaginaba...

Sobre la pregunta abajo hecha, ya que soy un piazico de la criatura, pues quizá es por la paradoja. O solo paice que se angustia, o sòlo son los efectos externos de la angustia. Me alegro de que te hagas la pregunta, a ver si conseguimos intrigarte más (o entretenerte al menos) en la próxima...